Al llegar la comitiva al Valle, da comienzo la ejecución de Judas. Esto consiste en destrozar a tiros de escopetas, entre todos los cazadores del pueblo, a un muñeco de telas, pajas y alambres hecho a tamaño de una persona y que se ha colocado la mañana anterior sobre la punta de un palo de unos 30 o 35 metros de altura.
Cuando comienzan los atronadores disparos, salen de Ermita del Valle Santa María Magdalena y Ntra. Sra. de la Soledad que, desde su paso cuajado de flores, va encendiendo la mañana con su propio y divino fulgor celestial.
La Hermandad cuida con celo y esmero, de que cuando comience a salir a la calle la Virgen de la Soledad, sea en ese momento que los rayos de sol de la mañana de Pascua, sean los que iluminen y acaricien su hermoso e inigualable rostro. Seguidamente las imágenes se dirigen al encuentro con Cristo Resucitado, que aguarda en la puerta de la Parroquia.
Ya la Santa ha visto por fin a Jesús y va jubilosa a darle a su Madre la gran noticia. Pero la Señora, no acierta a creerlo y la envía de nuevo otras dos veces para quedar segura de que no es un sueño. Corriendo, aparece la Virgen en la plaza, bañada por los rayos del sol e inundándolo todo con la celestial presencia de su propia luz. Corriendo también, se dirige Jesús hacia Ella, encontrándose cara a cara el uno con el otro frente a la fachada del Ayuntamiento, desde cuyos balcones engalanados les son arrojados pétalos multicolores a la vez que infinidad de palomas revolotean entre ambos y se elevan hacia el cielo llevando el mensaje de la feliz Resurrección del Hijo de Dios en Hinojos.
Al terminar la ceremonia antes descrita tan profusamente, los tres pasos son mecidos al mismo tiempo al compás de la marcha “Pasan los Campanilleros”, delante de la puerta de la Parroquia, donde son recogidos hasta por la tarde, en en que se cerebra la Solemne Función Litúrgica de la Pascua de Resurrección. Y terminada ésta, las imágenes vuelven a recorrer triunfalmente, entre oraciones, vítores y flores, las principales calles del pueblo para recogerse en su propia ermita sobre las doce de la noche, siendo éste, el broche de oro de la Semana Santa hinojera. A mitad de esta procesión, antes de la entrada, es costumbre quemar un castillo de fuegos artificiales y disparar, durante toda ella, gran cantidad de cohetes.


Preciosa Semana Santa y preciosa página. Te animo a que sigas trabajando. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias María Luisa, me alegro que te guste. Estas invitada para la del año que viene. Un saludo.
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